martes, 20 de noviembre de 2012

SULTAN DE ESTAMBUL


De los viajes sólo recuerdo a los perros que he tenido el honor de conocer. Este es Sultán. Yo le he regalado el nombre. Se lo merece. Es un perro callejero que anda a su aire, sin correa ni bozal. Conoce lo más interesante de Estambul: donde se ubican los contenedores de basura de los mejores restaurantes de la ciudad. El se encarga de asignar las estrellas michelín de las sobras. Le pedí que me hiciera un tour con sus favoritos. Fue apasionante: compartimos entrecots poco hechos y solomillos de buey armenio. Luego bebimos agua de una fuente pública y le pedí posar para la foto. El es Sultán de Estambul. 

viernes, 16 de noviembre de 2012

VAQUEROS... A LA PISTA

Dios bendiga y proteja cada rincón de los verdes carriles bici que surcan estos llanos resecos. Pistas paralelas donde los cruces son imprevisibles. La vida aquí transcurre en otra dimensión. El tiempo justo para echar un vistazo fugaz a la máquina y otro al jinete. Los triciclos no abundan en la pista. Encontrarse con un vaquero en chándal a bordo de un triciclo solo puede traernos ventura y alegría en un día como este. Cualquier día. Es un buen augurio. Aupa campeón. ... y una canción para la ocasión...Cowboy of dreams 

LA CIGARRA Y YO


La flauta del afilador se llama chiflo. Me quedo un rato más en la cama, narcotizado por la repetición de la misma escala una y otra vez. Debe hacer frío ahí fuera. El cielo parece de cristal.  ¿Sábado? El afilador sólo nos visita en sábado. Al cabo de un rato consigo levantarme mientras el afilador dobla la esquina. Estoy chiflao. Me pasa con las cigarras en verano.  No consigo ver ninguna a pesar de que no dejo de oír el batir de sus tambores. Las cigarras no cantan. Samaniego mintió. Tocan los timbales en la cámara de resonancia de su abdomen. Las hembras son silenciosas. Algo parecido me pasa con el afilador. Nunca lo he visto. Sí claro, todos nos lo encontrábamos cuando éramos niños, pedaleando para hacer girar la piedra redonda, o más recientemente subido cómodamente en el ciclomotor. Siempre lanzando el chorro magnífico de chipas. Qué gran espectáculo callejero. Y gratis. Pero desde que vivo en este barrio autista, oigo la música pero no veo al hombre ni sus chispas. Hoy me he levantado resuelto a buscar al afilador. He cogido la bici y he aguzado el oído en busca del sonido mágico del chiflo. Sabueso de barrio. Me ha costado mucho localizarlo. Como la cigarra. Se oye por todos lados pero nadie sabe donde está. Cuando por fin lo he alcanzado me he llevado una tremenda decepción. No hay bicicleta, ni moto, ni chiflo… Un coche con un altavoz repite en bucle infinito un chiflido grabado. Ahora me queda la duda de si la tamborrada de las cigarras en verano también está grabada, si es una gentileza del ministerio de medio ambiente para recrear el sonido que producía la reina del verano, la extinta chicharra.